Esta palabra proviene del latín augurius, compuesto de aui (ave) y gusio (oír) así que literalmente augurio sería “escuchar a las aves”, ya que en la antigüedad, un modo de saber el porvenir de las cosechas, de una batalla, etc. era viendo las entrañas de diferentes aves y con base en eso, saber si preocuparse o alegrarse.
Los años han pasado, pero sigue en nosotros la inquietud de la incertidumbre, en particular en tiempos como éste, de crisis económica y política.
Ayer apareció en plaza Murillo (La Paz) un gavilán que empezó a devorar a los pichones de las palomas que pululan por allí. Muchos lo grabaron y otros se asustaron, algunos más —los más racionales— advirtieron que no se debe hacer daño a las aves por causa de la superstición, y es de todas las declaraciones, la que mejor debemos oír, nada de andar lastimando aves, señores.
Porque, además, de nada servirá lastimar al mensajero; los augurios se cumplen —dirían los griegos— pase lo que pase. Yo me he criado en sociedades muy supersticiosas y a veces uno cree porque ve pruebas: ¡en 2019 apareció un taparaco y pasaron tantas cosas! Así que, ahora, ver ese gavilán comiéndose a la paloma nos ha dejado pensando a muchos.
Un ave rapaz devorando al símbolo de la paz puede significar que el conflicto llegará y nos aplastará... cosa muy probable seguramente; otros dirán que en realidad significa que el ave débil será devorada por la fuerte, una paloma que osó retar al gavilán, será presa de su atrevimiento.
Algún otro, un poco más optimista, dirá que en realidad es un nuevo tiempo que se devora al tiempo viejo, que todo debe morir porque algo más grande nacerá.
¿Ustedes qué creen? Yo creo que es nomás señal de que habrá problemas, aunque para eso no necesitamos augurios, presagios ni chamanes, sólo hay que ver alrededor y escuchar a la gente, no a las aves...