Coral Ayoroa es reconocida por su participación en un reality show televisivo, sus críticas y consejos han sido comentados y compartidos por quienes siguieron el programa televisivo. La chef comparte con OH! su historia de vida, sus sueños cumplidos, sus proyectos y sobre todo aquello que le apasiona, el mundo de la cocina.
- ¿Cómo empieza en el mundo de la gastronomía?
- Mi historia es un tanto chistosa, porque vengo desde las raíces de padres que estaban dentro de la gastronomía. Mi padre era un mesero y mi madre una comidera callejera. Sin embargo, yo no quería ser parte de ello porque de alguna manera había mucha ausencia de ambas partes, porque la gastronomía te exige muchos tiempos. En la actualidad te puedo decir que la sangre fue mucho más fuerte, y, bueno, aquí me tienes.
Trabajé en una empresa supergrande en la ciudad de La Paz de comida rápida, y me enfermé, se me paralizó la mitad de la cara. Entonces, posterior a eso quería saber qué es lo que iba a hacer y ahí sentía que podía estudiar administración, que era lo más certero, porque en ese entonces era administradora, y el padre de mi hijo me dijo cuando estás en la cocina eres otra. Entonces, ahí es donde estudio de manera profesional, vamos a decir. Sin embargo, siempre he estado ligada, desde que tengo 14 años, al rubro gastronómico de trabajo también.
- ¿Hubo alguna persona en especial que haya sido esa fuente de inspiración para ingresar a la cocina?
- Podría decirte que un poco más mi padre, porque siempre me mostraba como sabores diferentes, cosas diferentes que de repente en el cotidiano que a veces tenemos dentro de casa no nos alimentamos de ese modo.
- ¿Qué le deja la herencia familiar en el tema del mundo gastronómico?
- De hecho, se ha quedado todo, estos sabores están bien marcados, pero siento que tengo la ventaja de tener esos dos mundos. Ese mundo tradicional, como es el de mamá que hacía, y el de mi papá que me mostraba otro tipo de sabores.
- Como mujer en el ámbito gastronómico, ¿cuáles son aquellos desafíos u obstáculos que se han presentado?
- No creo como obstáculos, pero muchas veces podríamos decir que nuestros hijos, que de repente a veces porque somos madres no podemos desarrollarnos, sin embargo, te puedo decir, a la fecha, que con mi hijo de 22 años hemos totalmente logrado pasar esa brecha. No ha sido un camino fácil, sin embargo, ya lo hemos pasado, pero simplemente es como soñar, poner tu meta, donde quieres llegar y vamos a hacerlo.
- ¿Cómo ve el panorama del mundo gastronómico en Bolivia? ¿Cuál es aquella esencia que tiene que predominar, que tiene que quedarse?
- Nuestras raíces principalmente. Recién acabo de volver de un restaurante que se llama Cogne, allá en Lima, Perú, y otro que es Central. Ambos están dentro de las listas de los 50 mejores, y Central principalmente que es el número uno a nivel mundial. Ya he tenido la oportunidad de estar antes también en otro restaurante a nivel mundial, en Dinamarca, como número uno. Pero hace 10 años cuando yo estaba en Perú, porque estuve trabajando con Astrid y Gastón también, con Gastón Acurio, veía la gastronomía creciente del Perú, sin embargo, notaba y decía que en Bolivia estamos en pañales. En esta última estancia, que estoy hace un mes atrás, realmente me doy cuenta cómo hemos sobrepasado. No he sentido ninguna pena, me he vuelto muy orgullosa, muy feliz, porque siento que las nuevas generaciones, todo eso de la gastronomía, se está notando demasiado y de verdad estoy inundada de alegría por todo lo que está pasando en Bolivia. No tenemos que envidiarle nada más a nadie.
- ¿A dónde tiene que apostar la gastronomía boliviana, sobre todo la gastronomía local, en el ámbito internacional?
- Tenemos que sentirnos orgullosos. Bolivia tiene diferentes tipos de pisos ecológicos donde podemos ir mostrando nuestros productos inicialmente, pero también no olvidar nuestras raíces, tenemos bastantes cosas, y muestra de ello, por ejemplo, me gusta bastante Cochabamba y también Sucre, porque es donde realmente puedes encontrar ciertos tipos de alimentos. Sin embargo, hay algunos, otros departamentos que estamos olvidando nuestras raíces, y creo que es la parte principal de que todos nos sintamos orgullosos de todo aquello, no dejemos morir. Seguramente habrá muchos que lo refutarán y que dirán que nuestra comida tiene muchos carbohidratos o de los otros, sin embargo, creo que cuando uno es profesional puede lograr ciertos tipos de equilibrio.
- ¿Cuál es la experiencia más gratificante que recuerda Coral Ayoroa?
- Tengo demasiadas. Una anécdota que me pasó el año pasado cuando visité Potosí, me condecoraron allá en esta ciudad, en la Casa de la Moneda, y la diputada que me había llevado para la condecoración me cambió la agenda y me dice: ‘hay alguien que te estará haciendo platos potosinos, y quiere mostrarte’. Entonces, moví la agenda para poder hacerlo, y yo pensé que era un restaurante de la señora Ninfa y la señora Rosenda. Fue el acto más tierno que ha hecho. La señora Rosenda vende en la puerta del mercado Uyuni, y ella había hecho todo para encontrarme, me dijo que no sabía cómo encontrarme, me buscó cielo y tierra allá por Potosí, contactándose con los medios de comunicación para poder tener el número de teléfono e invitarme a poder probar los sabores, porque soy muy curiosa de probar los sabores, y fue el acto más bonito. Ella me decía ‘Coral, no era apto que yo te haga comer dentro del mercado’, yo le pregunté ¿y por qué no? Yo comería en el mercado, de verdad, lo hubiera hecho con todo el amor, pero ese detalle, que se haya prestado un restaurante, que haya cocinado toda la noche para mí, para hacerme probar los sabores potosinos, es algo que fue como uno de los mejores regalos que he recibido.
- ¿Cuál es aquella anécdota que perdura en la mente de Coral en sus inicios?
- Hay un antes y hay un después de Coral. Una antes, cuando de repente estaba como parte de los cocineros clásicos y un cambio de chip cuando estuve en Dinamarca, donde principalmente aprendí a respetar nuestros productos. Recuerdo estar haciendo un plato cochabambino, el pique macho, y había pedido una papa holandesa, porque la papa frita se hace con la papa holandesa acá, entonces, pedía, y cuando vi unas papitas así, superchiquititas, y digo se han equivocado de papa, yo pedí papa holandesa, y además estando en Dinamarca, Holanda estaba ahí cerca, yo pensaba que iba a tener una mejor papa, y me dicen, Coral, no hay más papa, es la única que tenemos. Entonces, me sorprende, entonces estoy tan orgullosa de ser boliviana, de tener toda la riqueza que tenemos, siento que todavía tenemos que explotar mucho más, todos los cocineros tenemos que ir de la mano para poder hacer un cambio.
- ¿Qué proyectos y qué innovaciones se vienen de la mano de Coral Ayoroa?
- Me gusta bastante trabajar en la parte social, ya he estado hace algunos años. Soy la fundadora del restaurante Gustu, que está en la ciudad de La Paz y las escuelas Manka, escuelas que hicimos también de la parte social, también para hacer un poco más de formación y que puedan tener empleabilidad. Creo que estoy ligada siempre a los proyectos sociales, de repente no está como muy madurado, pero ligado a lo social siempre.
- ¿Considera que el papel de las escuelas, especialmente las escuelas que enseñan gastronomía, son esenciales, importantes en la formación de los futuros chefs?
- Diría que son básicas, de repente a veces no nos enseñan lo que deberían enseñarnos, lamentablemente. Han extendido sus mallas curriculares, a veces inclusive tenemos a nivel licenciatura algunas carreras, pero no tenemos los docentes adecuados para realmente volver una licenciatura. Entonces, siento que esta es una carrera que lo podemos aprender de manera muy corta, pero ahí depende del estudiante, si el estudiante va y practica desde tu casa, en un restaurante pequeño, vas a aprender las técnicas, vas a agilizar un poco más tus manos, que es lo que a veces no pasa en la escuela. En la escuela muchas veces te enseñan a cortar y estamos charlando y estás cortando la zanahoria muy feliz y riendo con tus compañeros, pero en la vida real de una cocina no sucede eso, y eso también nos tienen que enseñar porque de repente es como que nos pueden idealizar cierto tipo de imagen, nos endulzan cómo va a ser la cocina y, sin embargo, la cocina, yo te puedo decir, nos conlleva mucho tiempo. He tenido la oportunidad, buena oportunidad, te digo, he trabajado 14 a 16 horas donde es muy normal el poder trabajar, es un trabajo donde tiene mucho esmero, y a veces que de repente no te dan la gratificación, porque muchas veces noto que el comensal que se sirve el alimento lo come por comer y no ve el detrás de todo el trabajo que se ha hecho. Entonces, por eso, trato de valorar el trabajo que están haciendo, desde la casera que tiene esta vida cíclica, seguramente tendrá que ir al mercado, tiene que preparar los alimentos, cocinar, ir a lavar, al mercado de nuevo, y así. Tenemos que empezar a valorar ese trabajo que se está haciendo.