La izquierda nunca ha sido un todo homogéneo, ni su pensamiento se ha mantenido “congelado” frente al desarrollo de las luchas políticas y sociales (sin contar a corrientes ortodoxas trotskistas o las totalitarias de populismo estatal con barniz de izquierda). Así es la política, y en ella la izquierda, evoluciona, renueva ideas y reconstruye porque parte de la naturaleza humana es pensar, revisar y construir nuevas visiones para avanzar en una evolución permanente ya que “no somos lo que somos, sino lo que llegamos a ser” (Mires, F.). Así, no se puede poner en una misma bolsa a la diversidad de posiciones de izquierda, que han aportado a la construcción de sus países. Es evidente que, así como la derecha ha tenido gobiernos dictatoriales (Pinochet, Videla, Banzer, Duvalier, etc.), alguna izquierda, la de las tendencias totalitarias, ha llevado a la destrucción de sus Estados, mas no la izquierda democrática como es el caso de los países nórdicos, del Frente Amplio uruguayo, de los socialistas franceses, de España y otros.
En esa diversidad y evolución de pensamiento político en nuestro país se destacan el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) de su primera época y luego el Movimiento Bolivia Libre (MBL) que supieron superar la ortodoxia y las recetas de manual, para adecuar su pensamiento y acción a la realidad nacional y adherir a la causa de la democracia como el eje de su lucha política. Y, no se trata de apología, se trata de conocimiento y capacidad de análisis para comprender esa historia.
Quienes no conocen o no comprenden la dinámica política de esa historia hacen de la descalificación su método político, basando sus postulados en frágiles “clichés” de pensamiento bipolar, mutilando toda posibilidad de diálogo y debate, olvidando que el debate entre diversos es el eje central del accionar político y buscan posicionar la idea que la izquierda democrática o las corrientes socialistas no han aportado nada al país. Que muchos jóvenes no conozcan la historia de la política boliviana es comprensible, pero no justifica que quieran hacer política seria, sin conocer la historia, la evolución ni el contexto de una realidad y coyuntura como la boliviana.
Sin pretender hacer una reseña histórica de la izquierda en Bolivia, basta señalar el principal aporte que realizó la izquierda al país y marcó huella hasta ahora.
La libertad y la democracia con las que, mal que bien, vivimos y defendemos, han sido conquistadas por el pueblo boliviano en torno a la dirección política de los partidos de izquierda. A partir de 1970 hasta octubre de 1982 en que se conquistó la democracia, la lucha por la libertad y la democracia estuvo abanderada por los partidos de izquierda y tuvo un costo en vidas muy alto. Nuestro homenaje a los ocho dirigentes del MIR masacrados en la calle Harrington el 15 de enero de 1981, a Marcelo Quiroga Santa Cruz, a Carlos Bayro y a tantos otros.
La pregunta sería, ¿dónde estaba la derecha de esa época (movimientistas, falangistas, liberales y otros) cuando la izquierda luchaba por la libertad y la democracia? ¿Se puede citar a un dirigente, con esa tendencia política, que haya luchado por esos ideales en esos años? No, porque la derecha de esa época apoyaba a la dictadura de Banzer (1971-78), bajo la consigna “orden, paz y trabajo”, o la de. García Meza (1980-81), encubriendo la explotación social y la represión, advirtiendo al pueblo de “andar con el testamento bajo el brazo”. La derecha, en términos de liderazgo o de organización, coludida con los regímenes dictatoriales, aprovechaba las condiciones represivas para generar mayores utilidades. Es sabido que la derecha no se lleva bien con la democracia, no es su razón de lucha, no la entienden como el espacio de diálogo en búsqueda de consenso y concertación. Así, no es extraño que F. Hayek (Nobel de economía 1974 e inspirador de los ultraliberales actuales) haya declarado en El Mercurio (12-IV-81) en apoyo al régimen de Pinochet: “Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente”.
Hay que reconocer el aporte de la izquierda a la conquista de la libertad y la democracia en nuestro país, que no es poco, aunque falta mucho aún para consolidarlas. Ahora, frente a tendencias dictatoriales o autocráticas es fundamental luchar por la consolidación de la democracia y la resolución, en libertad, de los principales problemas económicos y sociales que vive el país y, en ese proceso, todas las corrientes democráticas debieran tener el espacio y el derecho de participar y aportar.
Los tiempos y la plataforma Una nueva oportunidad fomentan el debate plural, pero no comparten necesariamente los puntos de vista del autor.